Los comienzos, la “locura” de Rafael ante el surgimiento del auto, el cambio de rubro, y la actualidad contada por sus propietarios a La Palabra.
El 9 de julio de 1921 no fue una fiesta cívica más para quienes comenzaban a habitar y a diagramar el pueblo de Bombal.
Ese día, en el que se conmemoraba el 105° aniversario de la Declaración de la Independencia Argentina, la familia Sbrolla decidía apostar por el crecimiento de la localidad y fundó un almacén de ramos generales.
Dicho comercio fue pasando por diferentes rubros, ya que sus propietarios supieron adaptarse a los cambios que requerían las épocas, y aún sigue vigente.
Fue el primer lugar del pueblo donde se instaló un surtidor de combustible, pasó a ser agencia oficial YPF, y se transformó en el negocio de repuestos automotores más variado y completo de la zona.
Los comienzos
Rafael Sbrolla fue el encargado de erigir los cimientos de este emprendimiento, quien junto a su esposa Costanza Monterubbiano, y sus hijos Juan y José, habían llegado a Argentina desde la localidad italiana de Sant´Elpidio a Mare, el 6 de noviembre de 1906.
“Primero se instalaron en la zona rural de Alcorta, y al enterarse que comenzaba a hacerse un loteo en Bombal, mi bisabuelo Rafael quiso comprar un terreno sobre el ferrocarril. Fue uno de los primeros que se vendieron, y ahí construyeron la tercera casa del pueblo”, contó Fernando Sbrolla, integrante de la cuarta generación familiar.
Los relatos y las escasas fotos familiares dan cuenta que, en sus inicios, en el almacén de ramos generales, Rafael Sbrolla vendía desde grandes latas con sardinas, patas de mesas, ruedas de sulquis, y algunos repuestos tenían su espacio en las estanterías.
Fueron pasando los años, y no sólo crecía el stock de mercaderías del comercio, sino que también se acrecentó la familia.
Rafael y Costanza concibieron cuatro hijos más, por ende, la lista de descendientes quedó conformada por Juan (Nani), José (Pepe), Ana, Ernesto, Rafael (Fefe), y Nazarena (Ñata).
La “locura” de Rafael ante el surgimiento del auto
En los albores del Siglo XX el mundo moderno comenzó a avanzar a pasos agigantados, y las pocas noticias que llegaban a Bombal alimentaban la visión y actitud emprendedora de Rafael Sbrolla, a quien, por sus proyectos, algunos tildaban de “loco”.
“Al aparecer el primer auto, en la cabeza de mi bisabuelo siempre rondó la idea de vender combustible, y así lo hizo. Empezó con otras marcas, pero cuando escuchó que se creó YPF fue a Buenos Aires a solicitar la licencia, aunque lo trataran de loco”, rememoró Fernando.
La agencia oficial Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bombal fue una de las primeras 50 que se establecieron en el país, y de esa manera se fue surtiendo a los incipientes pobladores con combustible que, en los primeros tiempos llegaba en tren en latas de 20 litros hasta que a los pocos años surgieron los camiones cisterna.
Los cambios de rubros
En 1950 falleció Rafael, y un año más tarde su esposa Costanza, pero el legado lo continuaron sus hijos.
Fue por ese entonces que, incentivados por el fabricante de bolilleros de Rosario, Alfredo Marietta, los Sbrolla decidieron anexar la venta de repuestos automotores dejando atrás el almacén.
“Eran todos muy unidos y trabajadores, cada uno tenía su actividad, y eso lo fueron contagiando a la familia. Primero tomó la posta mi papá, y después me sumé yo. Cuando salía de la escuela me iba corriendo a la estación; lo llevo en la sangre”, compartió Fernando.
Al ser agencia YPF, la firma bombalense tuvo que cumplir ciertas exigencias, como ser la forma y tamaño de la estación, la instalación de fosas para lavado y engrase de autos; y la modernización obligó a la familia a construir una gran estación en el año 2000, la cual está emplazada en el ingreso a Bombal, pero ya no les pertenece tras una sociedad trunca.
“Hasta que estuvo la vieja estación, durante 75 años se abrió todos los días, de domingo a domingo. Incluso cuando estaba cerrada, porque anteriormente no se abría las 24 horas, atendíamos igual. Muchos recuerdan cuando despertaban a Ñata para que les venda combustible ante alguna emergencia o cuando los jóvenes iban al boliche; y además del pago le agradecían con chocolates”, relató Fernando.
El presente de Sbrolla SRL
Ya sea para atender, compartir unos mates, un vermút, un almuerzo o una cena, todos los descendientes de Rafael Sbrolla y Costanza Monterubbiano pasaban por “la estación”. Y hoy por hoy, Fernando es quien está a cargo del comercio junto a su papá “Beto”, su mamá Susi, y su hermana María Lía.
“Me crié en la estación, y sin querer, por curiosidad aprendí todo. Sabía dónde estaba cada cosa, me mandaban a buscar algo, a acomodar; y un día empecé a venir diariamente. Se fue dando de manera natural y ahora no me imagino haciendo otra cosa”, aseguró María Lía.
Sin dudas, la injerencia femenina siempre estuvo presente en el linaje, Ñata y Anita fueron las primeras, y también dejó su huella otra de las hermanas de Fernando, María Eugenia (Maiu).
El sello emprendedor de la familia Sbrolla sigue vigente en el actual comercio, que, si bien ha ido mutando, ha logrado perdurar durante un siglo.
“Tenemos un negocio afianzado, con un stock de repuestos muy importante que nos permite abastecer a la gente de Bombal, y cada vez abarcamos más pueblos. Es una responsabilidad enorme estar frente a este comercio, pero estamos tranquilos de cumplir con las expectativas de todos nuestros antecesores a quienes tengo muy presente siempre”, cerró Fernando Sbrolla.